Por Arjuna Antaramian.
Ahora que los gimnasios han comenzado a abrir sus puertas de manera gradual, los atletas (clientes) por fin pueden regresar a trabajar en su fitness, pero muchas personas se han encontrado con una nueva realidad, su fitness ya no es el mismo.
El primer signo de que ya no eres el mismo de hace unos meses, son tus delicadas manos, antes del inicio de la pandemia tus manos tenían ese color amarillento que caracteriza a una persona que lleva meses o inclusive años en contacto con el acero de las barras y la magnesia, hoy tus manos duelen de nuevo y terminan rojas y adoloridas por varios días.
El segundo cambio es tu capacidad para producir fuerza, ese peso que anteriormente usabas para calentar, hoy se ha vuelto todo un desafío si quiera levantarlo del piso y que decimos de tu capacidad aeróbica, esa quizás hay sido la más afectada en estos meses, esos 20 burpees de calentamiento rápidamente te hicieron darte cuenta de que ya no eres la misma persona que la que eras en marzo.
Ahora se ha creado una paradoja, sientes un deseo ferviente por entrenar de nuevo y eso te hace feliz, pero a la misma vez el entrenamiento es el que te hace sentir triste y frustrado porque has “perdido” aquello que tanto trabajo te costo conseguir durante meses en inclusive años.
En los primeros días quizás experimentes negación, quizás te reúses a bajar el peso o a escalar el movimiento, y eso hace aún más difíciles las cosas, y no solo las hace difíciles si no que además las vuelve peligrosas ya que tus tendones, articulaciones y ligamentos no están preparados para esas cargas. Tus músculos en gran medida son los culpables de este comportamiento, porque a pesar de que ellos tampoco están preparados para esos esfuerzos logra a base de fuerza bruta completar la tarea a la que has decidido someter a tu cuerpo, sin embargo, no pasará mucho antes de que algo empiece a sentirse mal, algún dolor, ardor o una visible inflamación son las obvias consecuencias de estas acciones.
Si estas regresando a entrenar y estas experimentando algunas de estas señales, te recomiendo los siguientes puntos.
1.- Deja a un lado las expectativas
Cuando era joven tuve un mentor que me dijo que la expectativa era lo que producía el sufrimiento en el ser humano. Esta es la parte más complicada porque las expectativas son algo a lo que estamos muy acostumbrados, pero desapegarte de un resultado o de una comparación es la manera como evita uno la decepción.
2.- Evita las comparaciones
En un mundo en donde la comparación es la norma en redes sociales, estamos muy acostumbrados a comparar nuestro desempeño con el de otros, a pesar de que somos completamente diferentes en todos los aspectos que puedas imaginar, seguimos cayendo en la trampa de compararnos con alguien que no tiene las mismas cualidades físicas, el mismo antecedente deportivo, el mismo poder adquisitivo etc. Si de verdad quieres tener una competencia justa con alguien el único con el cual puedes competir en las mismas condiciones eres tu mismo, pero no la persona de hace dos meses o la persona que serás dos meses mas adelante, solo puedes compararte con tu yo de ayer, esa es la única métrica que te ayudará a mantenerte sano mental y físicamente.
3.- Ve de menos a mas
Una vez que regreses a entrenar empieza lo más conservador que puedas, sería conveniente que te apoyaras en tu entrenador para crear la progresión más adecuada para tu capacidad actual y tus objetivos, como lo podrían ser competencias próximas o alguna meta personal. Si no tienes un entrenador y decides crear tu propio programa, es importante pensar en la duración del programa, planificar un bloque de 4 a 5 meses sería lo ideal, tomando en cuenta que al menos los primeros 30 a 45 días son el mínimo necesario para empezar a entrar en ritmo después de una temporada de inactividad.
El mundo esta cambiando y nuestros objetivos deben de ajustarse a los tiempos y sobre todo a nuestro estilo de vida. La prioridad hoy en día es estar saludable.
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